El Madero Viejo Israel Con Su Nombre Jesus Part 1

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Nuestro Padre celestial necesitaba establecer su santo nombre fuego sobre toda la tierra, para que él pueda gobernar sobre las familias de las naciones, que había creado soberanamente, empezando con Adán y Eva en el paraíso: por ello él tenia que establecer un convenio de vida con Abraham y su esposa Sarah, introduciendo así su familia divina en la humanidad, finalmente. Puesto que, esta era la única manera posible en que no solamente él podía gobernar sobre la humanidad entera, que él había creado junto con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, pero igualmente, él podría alcanzar nueva glorias de santidades eternas para su santo nombre fuego, ardiendo apasionadamente con vida eterna sobre su altar antiguo, del amor prehistórico. 

   Esto era algo que nuestro Padre celestial tenia que hacer inmediatamente, porque no solamente él necesitaba ganar nuevas glorias de honor y de exaltación de su santo nombre fuego sobre su altar antiguo de su amor eterno, que tendría que descender del cielo con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, pero igualmente, derrotar a su adversario Satanás, perpetuamente. Ya que, nuestro padre celestial tenia muchas maneras para destruir a Satanás junto con sus ángeles caídos, pero él quería hacerlo con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo sobre su altar de su amor prehistórico, reinando sobre él con su santo nombre fuego, ardiendo soberanamente, para que Satanás ni nadie jamás vuelva a levantarse en contra de su nombre bendito. 

   Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial establecer un convenio santísimo con Abraham, para que él pueda darle vida en el mundo a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el poder del Espíritu Santo, estableciendo así el fundamento para que su santo nombre fuego arda sobre la humanidad entera con la salvación de todo creyente. Por lo tanto, con su Hijo Jesucristo nacido en la tierra, por el Espíritu Santo, del vientre estéril de Sarah como el hijo muy amado de Abraham, entonces todo esto fue hecho con el propósito de que nazca entre las familias de las naciones su altar de su amor prehistórico, en donde su nombre santísimo será establecido sobre su altar antiguo, perpetuamente. 

   Es decir también que nuestro Padre celestial había logrado iniciar el fuego de amor del corazón de Abraham y del corazón de Sarah, para empezar juntos no solamente a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac, por el poder del Espíritu Santo, pero igualmente nuestro Padre había encendido su amor antiguo, para amar su santo nombre fuego en la humanidad entera, para siempre. Visto que, cuando Abraham y Sarah empezaron a aprender sobre su Hijo Jesucristo nacido entre ellos como Isaac, por el Espíritu Santo, entonces realmente estaban aprendiendo a amar a su santo nombre fuego, que pronto ardería en sus vidas y en la de sus hijos sobre su altar de amor eterno, para reinar sobre la humanidad entera con salvación para todo creyente. 

   Porque el día que su Hijo Jesucristo nació del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, entonces no solamente la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora nacieron en la familia humana de Abraham, pero igualmente su santo nombre fuego nació para reinar sobre la humanidad entera con perfecta salvación, para cada uno de sus hijos, ascendiendo al cielo. Por cuanto, su Hijo Jesucristo siempre ha sido el templo de su santo nombre fuego para con las naciones angelicales, por ende, él soberanamente necesitaba hacer lo mismo con las familias de las naciones: por ello, él tenia que tener un convenio de vida con Abraham y con el vientre estéril de Sarah, para que su nombre conquiste el mundo entero, finalmente. 

   En otras palabras, así como su Hijo Jesucristo siempre ha sido su templo de su santo nombre fuego entre las naciones de las huestes angelicales del cielo, entonces su único Hijo amado tenia que igualmente ser el templo a su nombre santísimo para con cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones, reinando así mundialmente, para siempre. Por cierto, lo que el vientre estéril de Sarah dio a luz cuando Isaac nació, por el Espíritu Santo, entonces fue el templo del santo nombre fuego de nuestro Padre celestial, que es su Hijo Jesucristo vestido de la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre reparadora, listo para ser el templo fiel y salvador de Abraham y de sus hijos prometidos. 

   Esto es correcto. Nuestro Padre celestial tuvo a Isaac nacido del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, como el templo de su santo nombre fuego de que Abraham tenia que aprender a amar junto con su esposa y sus hijos adoptados en su hogar, y todos los demás viviendo en derredor, para que todos aprendan a amar finalmente a su nombre bendito, mundialmente. En este día, nuestro Padre celestial había dado a luz del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, el primer hombre llevando su santo nombre fuego como su templo personal, y esto fue algo que él jamás hizo por los ángeles, pero si por todos sus hijos legítimos (porque nosotros hemos nacido de su imagen y de su alma viviente). 

   Es decir también que al nuestro Padre celestial tener a Isaac nacido del vientre estéril de Sarah, para que dé a luz a su hijo muy esperado, entonces él estaba dando a luz a su primer templo para las naciones: para que postreramente hacer que cada hombre, mujer, niño y niña sea el templo de su nombre santísimo sobre su altar antiguo, perpetuamente. Ciertamente, su Hijo Jesucristo tenía que nacer del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, como Isaac para ser el hijo muy amado de Abraham, pero igualmente para ser el templo de su santo nombre fuego, para que Abraham junto con Sarah y demás por doquier: vengan todos a ser el templo a su nombre santísimo, con sólo creer en él. 

   Visto que, con el corazón creerás para justicia y confesando con tus labios su santo nombre fuego que es su Hijo Jesucristo, entonces será para que entre en tu corazón, alma, mente, cuerpo y espíritu humano para arder apasionadamente con los poderes de salvación eterna, entregada inicialmente a la humanidad entera, por la fe y vida fructífera de su siervo Abraham. Por ello, fue que nuestro Padre celestial pudo contar con la fe de Abraham como justicia divina, porque su hijo Isaac fue su templo, en donde él aprendió a amarlo a él y a su santo nombre fuego junto con Sarah y sus hijos adoptados, haciendo así abundantes glorias y honras a su nombre bendito en toda la tierra, por primera vez. 

   Además, porque Abraham amó, sirvió y adoró a Dios y a su santo nombre fuego nacido a él como Isaac, porque solamente él fue su único hijo que empezó a amar el amor que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo le transmitían a él, entonces fue cuando realmente aprendió a vivir, amar y glorificar grandemente su nombre bendito, para siempre. Ciertamente, porque Abraham había aprendido a amar, servir y alabar su santo nombre fuego en su hogar y junto con su esposa Sarah y sus hijos adoptados, entonces, nuestro Padre Celestial realmente le empezó a hablar a él de grandes bendiciones de cada día: riquezas que jamás pensó posible poseerlas ni menos gozarlas con sus amados, para miles de generaciones venideras. 

   Verdaderamente, Abraham empezó a gozar de riquezas que eran muy grandes para manifestarlas y medirlas, porque él siempre falló en contar sus bendiciones de cada día que siempre pudo darle a otros de sus abundancias, y al hacerlo así, entonces era enriquecido grandemente desde el cielo, que realmente falló en entender que eran riquezas para sus hijos de muchas generaciones por venir. Éstas eran asombrosas riquezas, que no solamente bendeciría abundantemente a sus hijos, que nacían para ser una nación llamada por el Padre a amarlo, servirle y glorificarlo por medio de su santo nombre fuego sobre su altar del amor prehistórico, descendido del cielo con el propósito de bautizarlos, pero igualmente, para llevar su salvación hasta los confines del mundo entero, para siempre. 
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   Visto que, es la voluntad de nuestro Padre celestial que no solamente los hijos de Abraham aprendan a amarle, servirle y alabarle a su santo nombre fuego entre las naciones, pero igualmente, él busca que las familias de las naciones aprendan a amar, servir y glorificar su nombre bendito al ser cada uno de ellos bautizados en agua y en su Espíritu Santo. Dado que, cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones, que está dispuesto a amarle, servirle y glorificarle a él y a su santo nombre fuego, entonces, debe hacerlo por medio del trabajo terminado de su Hijo Jesucristo y de su Espíritu Santo sobre su altar del amor eterno, para conocer toda vida enriquecida, siempre. 

   Dado que, que la misma bendición que se la otorgó a los hijos que nuestro Padre celestial prometió inicialmente a Abraham es igual para las familias de las naciones, que seguirán teniendo hijos a través de las generaciones, para que vengan a conocer las glorias de su santo nombre fuego sobre su altar del amor prehistórico, todos bautizados: amándole, sirviéndole, glorificándole, siempre. Por eso, es que nuestro Padre celestial siempre tuvo que ser fiel a su convenio de vida que él personalmente empezó con Abraham, y esto es de que él mismo siempre hará todo el trabajo de salvación necesario no solamente para Abraham, pero igualmente, para sus hijos prometidos junto con los hijos por nacer de las familias de las naciones. 

   Por ello, nuestro Padre celestial siempre siguió fielmente enviando sus siete años de bendiciones que enriquecía las tierras por el mundo entero no solamente para Israel pero igualmente para las naciones, para que todos tengan abundancias de toda bendición para enriquecer la salud y el bienestar de toda vida, dándole así gloria diariamente a su nombre bendito sobre su altar del amor eterno. Además, éstas son riquezas importantes que nuestro Padre celestial siempre envió sobre la tierra, para bendecir grandemente a los hijos de Israel, pero igualmente, a los de las familias de las naciones que lo aman, sirven y glorifican a él y a su santo nombre fuego, por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo sobre su altar del amor eterno. 

   Éste es el altar que nuestro Padre celestial ha preparado para ti con Abraham y junto con su hijo Isaac, que realmente es su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, ardiendo apasionadamente con su amor prehistórico de su grande gracia, de su grande misericordia, de su grande verdad y de su grande justicia divina, para que ores por tus bendiciones de cada día. Éstas son las riquezas que no solamente mantendrán toda barriga llena, pero igualmente, el corazón, el alma, la mente, el cuerpo y el espíritu humano de todos, porque con cada bendición enviada del cielo está saturada con vitaminas, minerales, enriquecidas con medicinas como vacunas y antibióticos que son necesarios para alejar infecciones y virus fatales del cuerpo humano en cada día. 

   Además, es el interés de nuestro Padre celestial que no solamente su nombre fuego sea amado, honrado, y alabado por el corazón, alma, mente, cuerpo y espíritu humano de cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las familias de las naciones: por ello, él tiene que suministrar riquezas de alimentos y medicinas, enriqueciendo así toda vida con salud, progresivamente. Ahora, después de cada siete años de bendiciones inagotables, entonces Satanás envía sus siete años de hambre comiéndose cada bendición descendida del cielo y asimismo consume a los beneficiarios de estas riquezas, que son los hijos de las doce tribus de Israel junto con las familias de las naciones: porque Satanás no cederá el mundo a Jesucristo, sin dar siempre su ofensiva final. 

   Por eso, es importante para todos ser bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre fuego junto con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, arrepintiéndose así de todo pecado, incluyendo pecados de sus amados, porque una vez descendido en agua, entonces la carne pecadora se hunde, para recibir la carne sagrada llena de los siete años de riquezas insondables. Y esto es algo que solamente lo tienes que hacer una vez, porque toma unos momentos para descender en el agua, invocando su santo nombre junto con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, que te desnudara de la carne pecadora ya hundiéndose hacia el infierno tormentoso, para jamás volver a ti: mientras tanto eres vestido de la carne sagrada, enriquecida ya grandemente. 

   Puesto que, ésta es la carne sagrada junto con los huesos inquebrantables y la sangre reparadora, que nuestro Padre celestial quiere bendecir cada día de tu vida en la tierra y en el cielo, porque nació del vientre virgen de la hija de David, por el Espíritu Santo, derrotando a Satanás y a la muerte, para que Israel viva nuevamente, y para siempre. Ésta es la carne sagrada de su Hijo Jesucristo que seria clavada a la carne del convenio nacida del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, dándole vida a Isaac, para que sea el cordero de Abraham sobre el monte Sión con el amor eterno del Padre, dándole vida a las doce tribus de Israel que eventualmente será su dulce hogar, perpetuamente. 

   Sin embargo, para que Israel sea su dulce hogar, en donde su familia divina continuara viviendo con él como siempre, y este es su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, entonces el pecado tenia que ser erradicado de sobre la faz de la tierra, para que su santo nombre fuego sea levantado victorioso sobre el pecado, muerte y el diablo, para siempre. Por eso, es que su Hijo Jesucristo tenia que nacer del vientre muerto de Sarah como Isaac, por los poderes del Espíritu Santo, porque él le daría vida a Jacobo que vendría a ser la nación entera de Israel, cumpliendo así con la promesa del Padre hacia Abraham, y esto fue siempre de darle hijos incontables como las estrellas del cielo. 

   Estos son los hijos nacidos en cautiverio egipcio, por cuatrocientos años, porque son de la carne del convenio que Sarah dio vida como Isaac, y luego Jacobo nació, para que sus hijos recojan los pecados de cada hombre, mujer, niño y niña de los que vivieron, de los que viven, y de los que vivirán postreramente, para destruir todo pecado en un día. Nuestro Padre celestial tenia que esperar por Israel que nazca en cautiverio, sufriendo los pecados de todas las naciones, para que él finalmente descienda sobre su altar del amor prehistórico para entregarles a los hijos de Jacobo su santo nombre fuego que una vez se lo pidió encarecidamente, pero fue negado, porque no era el lugar ni el día para entregárselo cordialmente. 

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